A los cinco años, Romina Silva, Diseñadora en Comunicación Visual y encargada de las comunicaciones internas del Área de Marketing de Kibernum, tocó un balón de voleibol por primera vez. A los 12 practicaba este deporte diariamente y comenzó a ganar sus primeros campeonatos junto al equipo Atila de Pudahuel; y a los 14 años se convirtió en preseleccionada nacional de esta disciplina.
“Comencé siendo prácticamente la mascota del equipo de voleibol que tenía mi familia. Mi mamá tiene cuatro hermanas y cada una de ellas una hija, así es que teníamos equipo de sobra. Cuando faltaba una, yo la reemplazaba o parchaba”, recuerda.
“Más grande me vio jugar el entrenador del equipo Atila de Pudahuel y me invitó a entrenar con ellos. Salimos muchas veces campeonas en nacionales, regionales, ligas, ganamos el cupo para ir a representar a la Región Metropolitana en los Binacionales de San Juan, Argentina, en 2003. Fue el equipo que más triunfos me dio y el que me llevó a entrenar a la Selección de Chile, siendo preseleccionada nacional por un año aproximadamente”, detalla.
Más tarde, Romina jugó en la selección de voleibol de su universidad, la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), y al poco tiempo decidió cambiar de foco y comenzar a practicar su primer deporte individual, el Judo, disciplina que en 2008 la llevó a ganar el primer lugar en el Torneo Nacional Novicio de Judo de la Federación Chilena.
Hoy, esta diseñadora gráfica entrena voleibol en un colegio de Vitacura y los domingos o lunes juega en algún campeonato con su nuevo equipo, Hexen. También practica este deporte en el CEO (Centro de Entrenamiento Olímpico), participando por otro equipo que se está preparando para jugar en una reconocida liga nacional.
“Ya no soy deportista de alto rendimiento, pero entreno cinco veces a la semana. Siempre estoy practicando una actividad física que complemente el voleibol. Hoy practico crossfit (programa de fuerza y acondicionamiento físico total) dos veces a la semana, voleibol tres veces a la semana y un día de levantamiento de pesas. Trato de ser bien rigurosa y no faltar a entrenar, ya que además de gustarme mucho, me ayuda a estar anímicamente mejor, más activa y por supuesto, me da más libertad a la hora de comer”, dice.
Gracias a la práctica constante del deporte, Romina ha podido cultivar habilidades como la tolerancia a la frustración y el trabajo en equipo, claves para desempeñarse en la labor que realiza en Kibernum.
“En el trabajo sucede algo similar a lo que ocurre en el deporte. El fiato dentro del equipo de trabajo es tan importante que cuando uno no está o se enferma altera todo el proceso de producción a la hora de llegar al resultado. Y el diseño es algo tan subjetivo que la carrera está tildada de frustraciones, por lo que trato de no enamorarme de lo que hago”, comenta.
Finalmente, Romina señala que aunque no ha podido mostrar su talento en Kibernum, le gustaría que hubiese iniciativas deportivas donde no se excluya ni edad ni sexo, “como las corridas por ejemplo, en donde se pueda explotar tanto un espacio familiar como entre colegas”.